No podemos sino constatar que en la sociedad moderna no existe educación del corazón. Consideramos, con toda razón, que es normal la necesidad de educar el intelecto de una persona, enseñarle a pensar y someterla a diferentes ejercicios para ayudarle a asimilar reglas lógicas, elementales o complejas; también consideramos que es normal educarla para que aprenda cierto tipo de lenguaje, ya sea matemático, informático, jurídico....... Sin embargo, que haya que educar a un ser humano para vivir, para manejar sus emociones y sus sentimientos se nos antoja una idea totalmente descabellada. En el terreno de los afectos cada cual debe apañárselas por sí solo. A un niño se le puede reprochar tener un comportamiento colérico y dejarse llevar por sus emociones ante cualquier adulto o figura de autoridad, pero ni los padres ni los educadores escolares le transmiten jamás la menor pauta sobre su forma de vivir, de integrar y canalizar sus vaivenes emocionales. Sólo, ya adulto, podrá quizás recurrir a la ayuda de un psicoterapeuta para empezar a desenmarañar la confusión de un corazón yermo. ! Con la esperanza de que los daños causados por la ausencia de esa educación no sean irreversibles ¡
Sin embargo, las diferentes vías espirituales entre ellas el Yoga contienen enseñanzas que,
puestas en práctica, ayudan a manejar las emociones conflictivas, a sanar el corazón y a poner de manifiesto los tesoros que de él emergen cuando está de verdad abierto.
En un momento en que nuestra sociedad está inmersa en el odio y en los terribles conflitos y sufrimientos que de él nacen, la revolución del corazón es tan importante en el plano colectivo como en el plano individual.
( Sabiduría del corazón de Gérard Pilet )
lunes, 12 de octubre de 2009
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