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jueves, 11 de septiembre de 2008

La voz del silencio

“Aquel que oye la música del
alma representa bien su papel
en la vida”.
LA VOZ DEL SILENCIO


No puede haber música sin una escucha atenta. Es condición indispensable para afinarse interiormente ,pues el sonido, igual que la voz,debe emerger de lo más profundo de uno mismo.
Esto sirve igual para el emisor como para el receptor.En cualquier caso hay que volverse y zambullirse hacia el interior.Porque si la música es interpretada desde el corazón,todos, el artista y el oyente,son objeto de la alquimia que ejerce la vibración del sonido en su ser.
Así, la calidad de la verdadera escucha queda supeditada a la posibilidad de poder silenciarse;entonces, cualquier sonido,emanado del silencio,podrá ser oido con plenitud.
Pero aceptar el silencio no es de entrada,tan sencillo, como pueda parecer, pues nos exige cierto grado de atención al que no siempre estamos dispuestos a acceder.
Dijo Lao Tse: “El silencio es la Gran Revelación”. A través de la experiencia del silencio, uno queda abierto y receptivo a la revelación que trae consigo este silencio.” Y a medida que éste crezca, te descubrirá cada vez más cosas sobre ti mismo: tu propia identidad”(Antonio de Mello).
Según la enseñanza de los más grandes maestros espirituales de la India, Ramana Maharshi,el silencio puede ser más elocuente que todas las palabras de este mundo; pues es ése y no estas,el lenguaje de la sabiduría; es la Elocuencia Suprema.Él mismo, apenas hablaba y su instrucción acostumbraba a ser a través del silencio,pero esto no era impedimento para que quienes le visitaban experimentasen el poder espiritual que emanaba.
Decía Krishnamurti que “cuando hay comprensión de sí mismo, cuando hay cese de sí mismo,la eternidad puede entrar en la existencia”. Entonces es cuando realmente la música puede transcender e ir más allá de nuestro pequeño yo, levantando barreras,abriendo fronteras,y expandiéndonos hacia el infinito.
Cuando logramos silenciar, por fin, nuestro interior llega el preciosísimo momento de la transformación; y podemos empezar a percibir otras realidades más profundas: y nos percatamos de que el silencio también es música.

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